Positano (costa Amalfitana)
Empiezo bien, en el avión se sienta casualmente un amigo, Gonçal una de las personas con más sensibilidad y amor por el arte que conozco.
En octubre Positano es como Sitges, se ha ido el turismo de masas y la tranquilidad y la paz que se respira hace que puedas ver los mil y un detalles que los lugares con encanto esconden a las miradas con prisas. Pasear por sus calles empinadas, por la playa, bordear el mar por el estrecho camino que nos lleva a su playa más occidental, totalmente desierta en esta época.
Todo esto una vez relajados Pedro y yo, después de dar el banquete que nos ha traido hasta aquí. Antes de empezar la lluvia habia hecho acto de presencia y pensábamos que todas las reservas, se lo habian pensado mejor y se habían quedado en casa. La noche no invitaba a salir, yo me hubiera quedado. Pero a la hora indicada el comedor se llenó y las 80 o 90 personas hicieron acto de presencia, saliendo de la discoteca, donde se habian refugiado. Esto me demuestra la fuerza de Slow Food en estas tierras que la vieron nacer. Sí señor convicción a tope !!! Allí saben que una actividad de esta asociación merece la pena, ya que asistiendo se llevarán algo bueno al estómago y mucho más nutritivo para el cerebro . “Vale la pena mojarse”.
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